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En ocasiones, decir un simple “no” puede tener repercusiones muy
negativas. ¿Cuántas veces, un amigo o un familiar nos han pedido un favor y
por la simple razón de no quedar mal o no pelearnos, hemos preferido aceptar
y hacer algo que no nos apetecía, antes de negarnos y pasar un posible mal
rato o un enfado? Seguramente muchas, ya que en la naturaleza de cualquier
persona predomina el sentido de esquivar los conflictos.
Qué supone ser avalista de alguien con préstamo
En ocasiones, decir un simple “no” puede tener repercusiones muy negativas. ¿Cuántas veces, un amigo o un familiar nos han pedido un favor y por la simple razón de no quedar mal o no pelearnos, hemos preferido aceptar y hacer algo que no nos apetecía, antes de negarnos y pasar un posible mal rato o un enfado? Seguramente muchas, ya que en la naturaleza de cualquier persona predomina el sentido de esquivar los conflictos.
Pero hay situaciones y situaciones en la vida. Una cosa es ir a ver una película que no te apetece con un amigo al que le hace ilusión, y otra totalmente diferente, es poner tu firma en un documento legal, como garantía de alguien que pide dinero prestado, es decir, convertirte en un avalista. Favores como este, nos pueden llegar a perjudicar hasta el punto de llevar nuestra economía a la ruina.
¿En qué consiste ser avalista y qué consecuencias puede conllevar?
Cuando una persona pide una financiación, ya sea una hipoteca, un microcrédito o algún tipo de préstamos en línea al instante, tiene que cumplir una serie de requisitos, entre los cuales es demostrar el grado de solvencia suficiente para afrontar la devolución del monto solicitado. En caso de que no cumpla con todos los requisitos, los bancos, antes de denegar la financiación, te ofrecen la opción de presentar una segunda persona que firmara contigo el contrato del préstamo y garantizara el pago de la deuda por su cuenta en caso de que tú no la puedas asumir.
Es decir, en caso de que la persona que haya solicitado el préstamo tenga algún tipo de problema o incluso mala fe, y no pueda o no quiera devolver el monto a la financiera, el que tendrá que asumir el pago de toda la deuda será el avalista, que responderá delante del prestamista no solamente con sus fondos, sino que también con su patrimonio, que pueden llegar a embargar.
La responsabilidad que recae sobre el avalista es extremadamente importante y compleja. Hay que tener en cuenta, que el avalista en ningún momento no podrá disfrutar del monto otorgado por la financiera, ya que simplemente sale como garantía para el banco de que la deuda se acabará pagando. Además, en caso de impago, el tiempo que tarde el prestamista en reclamar la deuda y exigirla al avalista, ya habrá intereses moratorios, que el avalista estará obligado a pagar junto con el monto del préstamo.
Cuando te conviertes en avalista, tienes que valorar también el hecho de que, si te ocurre alguna cosa, y existe una deuda con algún prestamista en el que hayas sido aval, dicha deuda se pasa directamente a los herederos. Puede llegar el caso que, por querer ayudar a un amigo, al final las deudas las acaben pagando tus hijos.
Otro de los puntos que debemos tener en cuenta, es que, si la persona a la que avalamos incumple las condiciones del prestamista, perjudica su historia crediticia, pero a la vez también perjudica la historia crediticia del avalista y los dos tendrán puntuaciones negativas por el endeudamiento en el Buró de crédito.
En conclusión, antes de firmar un documento legal y oficial, debemos valorar muy bien todos los pros y los contras. Debemos conocer muy bien a la persona a la que vamos a avalar, su grado de responsabilidad y solvencia, e incluso si tenemos la total confianza en esta persona, siempre pueden ocurrir contratiempos que no solo nos pueden llegar a perjudicar económicamente, sino que también pueden afectar nuestro patrimonio y la vida de nuestros familiares.
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