Consideraciones previas a la contratación de un préstamo

27 Febrero 2019

Solicitar un préstamo es un acto de madurez financiera, que solo debe llevarse a cabo cuando se está seguro de que es la alternativa más conveniente. Por otra parte —aunque un crédito se pide para solucionar un problema en concreto—, bajo ningún concepto debe terminar convirtiéndose a medio o largo plazo en un problema mayor que el que se pretendía solucionar. Si tienes dudas o necesitas una guía que te ayude a ordenar tus ideas antes de pedir un crédito, te recomiendo que leas este artículo.

Pedir dinero prestado no es algo que se deba hacer a la ligera.

Cualquier tipo de operación financiera que implique endeudamiento —incluso aunque sea por poco dinero— debe ser meditada con tranquilidad antes de tomar una decisión.

Es conveniente, si vas a pedir dinero prestado, que reflexiones con calma sobre los pros y los contras de la operación; teniendo también en cuenta cuáles serán los costes globales de dicho crédito.

Debes tener claras, asimismo, cuáles son las condiciones generales y particulares del préstamo; y si es posible encontrar una alternativa que sea más asequible, más barata, más cómoda o más favorable para tus intereses.

Y en caso de dudas, siempre te recomiendo que consultes los prestamos personales instantáneos que encontrarás en nuestra web.

Evita la tentación del gasto

Para no depender continuamente de los créditos, lo mejor es disponer de un colchón de ahorro que te permita hacer frente a los gastos inesperados o extraordinarios.

Es mucho más sensato priorizar el ahorro y comprar tan solo aquellas cosas que realmente puedes pagar.

Sin embargo, el cerebro subconsciente es el peor enemigo del ser humano, ya que prefiere compensar otras carencias de tipo afectivo a través de comportamientos compulsivos como el consumo desmedido.

Por esta razón, el gasto desaforado provoca sensaciones de placer mayores que las que generan otros comportamientos más beneficiosos como el ahorro y la austeridad.

Ante esta realidad, debes ser consciente de cuáles son tus puntos débiles como consumidor, para que tu subconsciente no se apodere de ti y te encuentres con que has gastado más de lo que ingresas. Ya que en ese punto es cuando, para resolver los problemas, no queda más remedio que recurrir al crédito.

Lo más razonable, por lo tanto, es moderar los gastos y ahorrar algo de dinero todos los meses.

Pese a todo, si las cosas se ponen feas, en caso de que no tengas suficiente con tus ahorros, siempre puedes contratar uno de estos préstamos online.

Cuidado con la espiral de deuda

Otro tema a tener en cuenta es el de la espiral de deuda.

Se trata de algo muy parecido a lo que en rugby se denomina “patada a seguir”.

Si para cubrir tus deudas actuales necesitas seguir pidiendo créditos, lo único que estás haciendo es demorar la solución y agravar el problema.

Algo similar a lo que le sucede a un jugador de rugby cuando trata de evitar un placaje. Como en rugby no se pueden hacer placajes cuando no se lleva el balón, le da una patada no muy fuerte mientras corre a toda velocidad para agarrarlo en el aire un poco más adelante.

La maniobra tan solo sirve para que durante esos pocos segundos en los que la pelota está en el aire sus contrincantes no le puedan bloquear.

Pero en el momento en que vuelva a recoger el balón ovalado, se encontrará en la misma situación de momentos antes.

Pues la espiral de deuda es la patada a seguir de las finanzas personales.

El proceso suele funcionar del siguiente modo:

  1. Surge un capricho caro que quieres comprar y para el que no tienes dinero suficiente. En lugar de renunciar a comprarlo, lo pagas con un crédito.
  2. Cuando llega el momento de devolver el dinero que te prestaron, no dispones de dinero suficiente y vuelves a solicitar un crédito distinto en otra entidad para hacer frente a esa deuda.
  3. El problema es que, tarde o temprano, habrá que devolver también ese segundo préstamo, con lo que algunos inconscientes tiran de más préstamos o incluso de la tarjeta de crédito para devolver ese dinero.

El problema es que, como en el rugby, se aplaza para un poco más adelante el problema, pero este no se resuelve satisfactoriamente. Y los costes de esta costumbre no solo son muy elevados, sino que son insostenibles en el tiempo.

Lo lógico sería recurrir solo a los préstamos que realmente sean necesarios, como sucede con los créditos hipotecarios destinados a vivienda (hasta antes de la crisis, este tipo de préstamos se consideraban una forma de financiar una inversión).

Además, también conviene seguir siempre esta regla de oro: que los pagos necesarios para devolver tus deudas nunca supongan más de un 30% de tus ingresos. Si superas ese límite, tarde o temprano empezarás a tener problemas.

 

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